Juan Pedro Viñuela Rodríguez
La filosofía la han derrumbado y la hemos dejado caer. Los políticos han hecho su labor, los profesores la nuestra. La LOMCE sigue adelante con sus bárbaros planes y el profesorado sigue alienado en su trinchera de la indiferencia. Pero ahora voy a hablar de mí y de mis compañeros, de la situación penosa, lamentable y degradante en la que nos quedamos y que a la comunidad educativa le importa más bien poco. Habiendo perdido casi el 75% de la filosofía poco queda ya por dar. Esto supone que no habrá más interinos, sustitutos para los funcionarios de carrera, eso sí, y que los funcionarios de carrera,los filósofos que llevamos décadas estudiando y viviendo para la filosofía, ahora nos queda deambular por los institutos sin saber qué vamos a dar y sin saber nada de lo que vamos a dar. Vamos, un calvario para cualquier profesor con vocación filosófica y educativa, que, en el fondo se unen porque no hay filosofía sin comunicación.
Pero es que además esto es un atropello contra la educación, una burla de la ciudadanía. Se supone que tendríamos que dar las llamadas afines, un invento para cubrir horarios, porque yo no estudio ni historia, ni lengua, ni latín, ni griego, desde el bachillerato, es más, en mi caso soy de las llamadas ciencias puras. En definitiva, un fiasco. Cada año, dependiendo de las necesidades de horarios, daremos una u otra cosa, añadiendo, apoyos (aprender a leer, escribir, sumar, rectar…), PECEPIs. (el último reducto educativo) sin saber nada de nada. Dar historia sin saber historia, lengua sin saber lengua, y así sucesivamente. Imagínense esto en la medicina, el psiquiatra que para cubrir su horario, unos días hace de traumatólogo, el otro de otorrino, el de más allá de cardiólgo…
No sólo es el malestar que esta ignorancia y tu falta de vocación en estas materias produce en el profesional, es que es un engaño a la sociedad, al alumno, a los padres, es una pantomima. Cómo puede ser esto una enseñanza de calidad cuando el profesor no domina la materia, pero lleva treinta años dedicado en cuerpo y alma a la filosofía y su enseñanza, pero ya no puede impartirla, porque al poder no le interesa. Qué motivación va a tener este profesor, qué entusiasmo va a transmitir a los alumnos.
Es una auténtica barbarie, una tortura para él y un fraude para el resto. Una vida menospreciada por el poder y por una concepción de la enseñanza viciosa, mercantilista, ausente de contenidos y en la que, en el fondo, el alumno no importa nada, ni el profesor. Sólo unas estadísticas, encima, mal interpretadas. Pero qué culpa tiene la filosofía de que el alumno, supuestamente, funcione mal en matemáticas y en lengua, habrá que modificar la enseñanza de estas disciplinas, o el espíritu de la LOE, que es el que realmente falla, pero eliminar la filosofía y poner la religión como optativa evaluable sólo se entiende desde una posición ideológica autoritaria.
Y es lo que es este gobierno, en todas sus dimensiones, un gobierno autoritario, que ha mentido, que es corrupto, que avasalla con la mayoría absoluta, que gobierna por decreto obedeciendo a Bruselas y el BCE. Un gobierno que ha eliminado el diálogo, que impone las leyes, como es la LOMCE, sin escuchar ni a la oposición, ni a la ciudadanía. Un gobierno títere del mercado. Y para el mercado todos somos instrumentos, objetos, cosas. De modo que alumnos y profesores, y en este caso, los profesores de filosofía, pues así somos tratados, como simple mercancía que en este momento es desechable. ¡Dónde ha quedado el humanismo que inventó esta Europa en decadencia y que se dirige a la barbarie!
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