sábado, 11 de junio de 2011

El Gran Diseño. Stephen Hawking y Leonard Mlodinow

El Gran Diseño, Stephen Hawking y Leonard Mlodinow – 1ra ed. (2010)

El “Gran Diseño” es el nuevo libro que presenta Stephen Hawking, donde afirma que la física moderna excluye la posibilidad de que Dios haya creado el universo. El Big Bang, la gran explosión en el origen del universo, fue consecuencia inevitable de las leyes de la física, argumenta Stephen Hawking.
Según la concepción tradicional del universo, los objetos se mueven a lo largo de caminos bien definidos y tienen historias bien definidas.
Hasta la llegada de la física moderna se acostumbraba a pensar que todo el conocimiento sobre el mundo podría ser obtenido mediante observación directa, y que las cosas son lo que parecen, tal como las percibimos a través de los sentidos.
Pero los éxitos espectaculares de la física moderna, que está basada en conceptos, como por ejemplo los de feynman, que chocan con la experiencia cotidiana, han demostrado que no es así.
Cada uno de nosotros existe durante un tiempo muy breve, y en dicho intervalo tan sólo explora una parte diminuta del conjunto del universo. Pero los humanos somos una especie marcada por la curiosidad. ¿Cómo podemos comprender el mundo en que nos hallamos? ¿Cómo se comporta el universo? ¿Cuál es la naturaleza de la realidad? ¿De dónde viene todo lo que nos rodea? ¿Necesitó el universo un Creador?

Capítulos:
1-El misterio del ser
2- Las reglas de la ley
3-¿Qué es la realidad?
4- Historias alternativas
5- La teoría de todo
6- Escogiendo nuestro universo
7- El milagro aparente
8- El gran diseño
Más

Hawking y la muerte de la filosofía
Imagen del profesor, en ingravidez, en un avión ad hoc, de NASA

"Viviendo en este vasto mundo [?] nos hemos hecho siempre una multitud de preguntas. ¿Cómo podemos comprender el mundo en el que nos hallamos? ¿Cómo se comporta el universo? ¿Cuál es la naturaleza de la realidad? ¿De dónde viene todo lo que nos rodea? ¿Necesitó el universo un Creador?
Tradicionalmente, ésas son cuestiones para la filosofía, pero la filosofía ha muerto.

"La filosofía no se ha mantenido al corriente de los desarrollos modernos de la ciencia, en particular de la física". 
Estas son palabras de Stephen Hawking en su último libro, "El gran diseño" , escrito junto con el científico Leonard Mlodinov.
Desde ya que la filosofía misma, y en particular sus corrientes anglosajonas que la equiparan con la lógica, alimenta incesantemente su propia muerte. Pero al menos pertenecen a ella, y la cosa es muy diferente a admitir que un científico la declare obsoleta y se convierta en su sepulturero. Decía un amigo francés: "Me encanta perder el tiempo, pero no que me lo hagan perder". Lo mismo podría decir la filosofía: me encanta -y es mi función- cada tanto morir (y por cierto renacer), pero no admito que me declaren ilegítimamente muerta.
Umberto Eco se preguntó cómo un genio como Hawking era capaz de afirmar algo tan tonto como la muerte de la filosofía, cosa que parece contestar dirigiendo su mirada al coautor del texto, que es científico pero también guionista de Star-Trek . Sin embargo, para ir más a fondo en la cuestión, el hecho de que la ciencia en tanto ciencia declare la muerte de la filosofía resulta similar a un pez que, mientras explora sectores dentro de su recipiente de vidrio, pretende dar cuenta de cómo está hecha la pecera.
El pez no tiene forma de salir de la pecera, al menos sin dejar de ser un pez, de la misma manera que la ciencia no puede hacerse ciertas preguntas. Hacérselas es ya salir de su territorio. Es un viejo sueño el pretender ignorar los supuestos que son constitutivos del propio saber. Pero no hay ciencia sin supuestos, y tampoco sin un recorte de un territorio de la realidad, cosa que la inhibe de dar cuenta de la totalidad de lo que hay.

Ahora bien, en los que se apresuran a anunciar la muerte de algo hay, muchas veces también, algo de deseo. En este caso, el deseo lleva a un parricidio, o más bien, a un matricidio, si se considera a la filosofía como la madre de las ciencias.
Esto parece fruto de una vieja rivalidad o una tardía revancha contra la poco comprendida frase de Heidegger: "La ciencia no piensa", que no indicaba un menosprecio, sino un límite.
Así, este autor decía que "la Física en cuanto Física no puede hacer afirmaciones sobre la Física. Todas las afirmaciones de la Física hablan físicamente".
Pretender, con el lenguaje de la ciencia, trascender su campo específico, es pretender huir de la prisión de su lenguaje. En definitiva, pretender desembarazarse de la filosofía es un gesto tan antiguo como el de matar al tábano de Atenas. Cuando las preguntas se desbocan, cuando la realidad que queremos conocer se aleja como un espejismo, cuando se vislumbra que no hay manera de disminuir la incertidumbre, siempre hay alguien presto a alcanzar a la filosofía una fresca copa de cicuta.
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La creación espontánea es la razón por la que existe algo
El astrofísico Stephen Hawking en este nuevo libro (el "Gran Diseño") declara que la creación del universo no necesitó la voluntad de un Dios, sino tan solo de las leyes de la gravedad y de la mecánica cuántica.
"La creación espontánea es la razón por la que existe algo"-dice.
Esta posición -que no es nueva- no se queda aquí, pues Hawking la complementa argumentando que el reciente descubrimiento de cientos de planetas (492 hasta la fecha) y de sistemas planetarios permite que por meras cuestiones de probabilidad se hayan creado las condiciones optimas para la vida. Es decir habiendo miles o millones de planetas, no es extraño que por lo menos uno (el nuestro) tenga las condiciones adecuadas al surgimiento de la vida.
En sus anteriores libros Hawking admitía que el orígen de la vida no podía explicarse en base a las leyes de la física y abría la posibilidad de una intervención divina.
Es curioso que la nueva posición de Hawking viene en un momento de resurgimiento del ateismo en el reino unido. Con Christopher Hitchens gravemente enfermo, no será un mero aprovechamiento de una situación mediática favorable a la venta del libro?

Más allá de la discusión sobre la existencia o necesidad de un Dios creador- La ciencia humana podría pensarse como de esencia divina en el sentido que toca lo eterno y lo inamovible- no creo que el nuevo argumento probabilistico de Hawking sea convincente: Ni la existencia de millones de planetas explica o determina en lo más mínimo el nivel de complejidad necesario a la creación de la vida. Y no es que niegue el orígen probabilistico o contingente de la vida, sino que la contribución planetaria aunque esencial, no es más que pequeña.
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