Para Heráclito el tiempo en tanto que devenir es la única
realidad, la realidad total y una. Ninguna existencia particular es
para él consistente sino como producto efímero del transcurso del tiempo. Todo
fluye para Heráclito, es decir, todo es temporal y al tiempo todo se reduce en
última instancia. Es cierto, sin embargo, que el transcurso del tiempo no es
sin orden. El orden temporal, el Logos, rige las existencias y pudiera decirse
que esto es lo que en definitiva trasciende el incesante cambio…pero el orden
temporal, el Logos, existe temporalmente, como tiempo y no como algo fuera del
tiempo…como el ir y venir de la existencia en la complementariedad de las
destrucciones y las creaciones, como la medida, la ley del cambio que el cambio
mismo impone.
Para Parménides el tiempo en
tanto que devenir es ilusorio pues según la experiencia del tiempo las cosas
son y no son y por lo tanto son por entero ilógicas, absurdas, no pudiendo
hallarse pensamiento alguno firmemente asentado en tanta arena movediza.
Y mientras el tiempo es una mera apariencia y con ello todas las cosas
temporales…la verdadera existencia permanece fuera del tiempo…Lo Ente es
intemporal y en él toda la existencia se encuentra compactamente establecida.
Quienes se dejan llevar por las ilusiones de la experiencia temporal solo
pueden perderse en el sin sentido de una interminable desorientación. Solo
quienes retraen su atención de la fluidez engañosa de las falsedades del tiempo
pueden encontrar algo firme, absoluto, imperecedero…y esto solo es posible
aspirando al conocimiento del eterno Ser, de Lo Ente, más allá del tiempo y del
espacio.
Para Heráclito solo se puede
alcanzar la verdad en cuanto se deja de juzgar unilateralmente buscando separar
y aislar los opuestos entre si, negando la complementariedad de los opuestos.
Con este básico punto de partida el investigador debe buscar la verdad no en la
palabra de supuestos sabios o de filósofos sino en la naturaleza temporal
misma…el investigador debe buscar la medida y la ley de los cambios que acontecen…las
leyes eternas de la naturaleza, la lógica, la razon del Universo eternamente
cambiante. No alcanza con tener los ojos abiertos…hay que tratar de comprender
al Cosmos utilizando a nuestro favor la inteligencia con que la razón universal
misma nos ha dotado. Para ello no puede ser nunca suficiente el esfuerzo pues
el Logos no es evidente sino que se oculta en buen grado a nuestro
entendimiento…dejándose solo entender a través de señales, es decir, de datos
sueltos que debemos interrelacionar.
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