sábado, 23 de abril de 2016

¿Podrías explicar a Einstein qué es un huevo frito?

¿Podrías explicar a Einstein qué es un huevo frito?.CUENTOS PARA CEOs

Si no conoces esta anécdota de Albert Einstein habrás contestado con un rotundo sí. Al fin y al cabo, todos damos por hecho que sabemos  comunicar, más aún si el objetivo es que te entienda una de las personas más inteligentes de la historia. El problema radica en que la mayoría de la gente confunde los significados de ‘hablar’, que es muy fácil, y ‘comunicar’ que es mucho más difícil. Y por eso dudo mucho que tú fueses capaz de explicar a Einstein qué es un huevo frito… al menos como él querría que se lo explicaras para que entenderlo de verdad.

La historia, como mínimo, nos hace pensar un poco:
En una ocasión, un periodista abordó a Albert Einstein con una de esas preguntas que había escuchado cientos de veces. 
El científico estaba muy habituado a recibir alabanzas y preguntas sobre su trabajo de gente que en realidad no le entendía ni una palabra, pero ese día decidió hacer uso de su conocido sentido del humor, dando lugar al siguiente diálogo:
– Señor Einstein, ¿podría usted explicarme la Teoría de la Relatividad?
– Por supuesto que puedo. Pero antes... ¿puedo hacerle yo a usted una pregunta? 
– Claro que sí, señor – exclamó extrañado el periodista. 
– ¿Sería usted capaz de explicarme qué es un huevo frito?
– Claro que puedo – afirmó con seguridad y mucho más tranquilo ya que esperaba una pregunta más complicada. 
– ¡Estupendo! Explíquemelo entonces, pero debe hacerlo imaginando que yo no he visto nunca ni tengo ni idea de lo que es un huevo, una gallina, la sal, el aceite y una sartén.
Es fácil imaginar que el silencio fue la única respuesta que obtuvo Einstein.
Sea apócrifa o no, que dadas las muchas anécdotas que protagoniza Einstein siempre queda un atisbo de duda pese a la gran cantidad de fuentes que se la atribuyen, a mí esta historia siempre me ha ayudado ya que incluye advertencias tan sutiles como útiles sobre comunicación en general y comunicación corporativa y empresarial en particular:

1. Cuando eres el Receptor
    No pidas información que no vas a entender, quédate con la esencia
    • Si podemos asumir que e=mc2 sin entender ni su significado ni sus consecuencias, y dar por sentado que quien lo dijo era un genio... ¿por qué cuestionamos el juicio de un experto o perdemos nuestro tiempo y el suyo obligándole a que nos explique cosas que no podemos entender tan bien como él? ¿Por querer aparentar? ¿Porque somos el jefe?
    • Las empresas fichan talentos que entiendan e=mc2 (o Finanzas, o Informática, o Marketing, o Redes Sociales, o Comunicación…) para que aporten soluciones y transmitan su opinión experta a quien tiene que tomar decisiones, no para que sus jefes, los altos ejecutivos o el dueño de la compañía  convaliden la carrera de Físicas (o Finanzas, o Informática, o Marketing, o Redes Sociales, o Comunicación…). 
    • Si fichamos o preguntamos a un experto es para tenerlo en cuenta, no para que nos dé la razón y, si no es así, menospreciar su expertise.
    O confiamos en el personal de la empresa, o no confiamos.
    Y si la opción es la segunda, mejor ahorrar el tiempo de todos y el dinero de la compañía.



    2. Cuando eres el Emisor

    No des nada por supuesto
    • Alguien puede ser un gran experto en determinados temas y no tener ni idea de otros que para ti son muy cotidianos.
    • Los demás no tienen por qué poseer la misma información que tú.
    • Si damos por supuesto que el otro conoce los mismos datos que nosotros corremos el riesgo de dar una información sesgada y ser malinterpretados.
    Lo que es muy conocido y fácil para ti, puede no serlo para el otro.


    Ten en cuenta quién es tu interlocutor.
    • Clientes, empleados, técnicos, financieros, abogados, políticos... Cada grupo tiene sus especifidades en cuanto a lenguaje, tono, información, estructura del mensaje...
    • Ante la duda, y si de verdad quieres que te entiendan todos, aplica una variante de la ‘Ley de la velocidad del Convoy’: Adecúa la complejidad y los tecnicismos de tu discurso al nivel de tu interlocutor más bajo.
    Cada situación e interlocutor requiere un estilo concreto de Comunicación.

      Sé humilde y cuenta con expertos

      • Un término mal usado o un tono inadecuado puede ocasionar un malestar, un rumor o incluso una crisis interna o externa.
      • Una cosa es saber de finanzas, de informática, de gestión, etc, y otra saber comunicar esos conocimientos o las decisiones que se derivan de ellos.
      • Para eso hay expertos en la empresa... o debería haberlos.
      Cuando nos jugamos la reputación de la empresa, no basta con saber hablar.

      Como conclusión, tres consejos simples para Comunicar bien: 
      1. Sé exacto, usa las palabras adecuadas. Ni más, ni menos.
      2. Si no tienes la certeza absoluta del nivel de tu interlocutor o de lo que sabe sobre el tema, usa la técnica del CEO interpretado por Jeremy Irons en ‘Margin Call’: Ante la duda, las cosas se explican como si fuesen dirigidas a un niño pequeño. 
      3. Recuerda (o descubre) el Efecto Dunning-Kruger:
      A veces por mucho que te esfuerces no te van a entender.
      Simplemente no pueden.


      Origen fotos

      • By Underwood and Underwood, New York [Public domain], vía Wikimedia Commons
      • Pixabay




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