To cope with the intersubjective and communicative deficiencies of Heidegger's Analytics of Existence, Hans-Georg Gadamer developed a theory of language whose nature is at one time phenomenological and ontological. Inspired by Plato's dialectics and Aristotle's ethical and rhetorical works, Gadamer sees human linguistic capabilities as the defining trait of all that is human. Language lives in conversation, dialogically structuring all social and cultural relations. Language is the ambit in which human beings and their historical world take place. In Gadamer's thought, logos replaces being as the ontological support. In such a way, Gadamer's hermeneutical philosophy seeks to fill the void opened by the 20th Century deconstruction of Metaphysics.
Keywords: Heidegger, Analytics of Existence, Hans-Georg Gadamer, deconstruction of Metaphysics.
1. GADAMER, DISCÍPULO DE HEIDEGGER
Durante el verano de
1922, después de haber defendido en mayo su tesis doctoral, Hans-Georg Gadamer
se enfermó de poliomielitis2. La enfermedad misma y el peligro de contagio lo
constriñeron a varios meses de cuarentena, encerrado en su casa. Por esas
fechas, el neokantiano Paul Natorp —su maestro y director de tesis— recibió de
Martin Heidegger un texto en el que este último exponía su modo peculiar de
interpretar a Aristóteles. A raíz de la lectura de este escrito, Natorp
propondrá a Heidegger al claustro académico como candidato para ocupar una de
las cátedras vacantes de filosofía en la universidad de Marburgo3.
Para tener un detalle con su joven discípulo, que se encontraba aislado, Natorp le hizo llegar ese manuscrito. Su lectura produjo en Gadamer una impresión tan fuerte, que éste tomó la decisión de ir a Friburgo para continuar su preparación para la docencia universitaria bajo la guía de Heidegger.
En septiembre de ese mismo año comunicó por carta al mismo Heidegger sus planes, pero por su estado de salud sólo pudo cumplir sus deseos en abril de 1923. De abril a julio de ese año, Gadamer asistió a las clases del Filósofo de la Selva Negra sobre la ontología como hermenéutica de la facticidad, y participó en los seminarios que éste organizaba sobre el libro VI de la Ética a Nicómaco y las Investigaciones lógicas de Husserl. Heidegger se trasladó a Marburgo al inicio del curso 1923-24, y Hans-Georg Gadamer retornó con él, convirtiéndose en un testigo de excepción de los años en los que se gestó la analítica existencial heideggeriana, que cristaliza en la publicación de Ser y tiempo en 1927.
En un breve escrito de carácter autobiográfico, Gadamer recuerda las impresiones que le causó el encuentro con Heidegger:
«Lo que nos fascinó sobre todo fue la intensidad con que Heidegger hacía revivir la filosofía griega. Apenas éramos conscientes de que esa filosofía era más un contrapunto que un modelo de su propio preguntar. Pero la destrucción de la metafísica por Heidegger no era aplicable sólo al idealismo de la conciencia de la época moderna, sino también a los orígenes en la metafísica griega. Su crítica radical cuestionó tanto el carácter cristiano de la teología como la cientificidad de la filosofía. Frente a la inanidad del filosofar académico, que se movía en un lenguaje kantiano o hegeliano degradado y pretendía completar o superar una y otra vez el idealismo trascendental, Platón y Aristóteles aparecían de pronto como aliados de todo el que había perdido la fe en los juegos de sistemas de la filosofía académica, incluso en ese sistema abierto de problemas, categorías y valores hacia el que se orientaba la investigación fenomenológica de las esencias o el análisis categorial basado en la historia de los problemas. Los griegos nos enseñaban que el pensamiento de la filosofía no puede seguir la idea sistemática de una fundamentación última en un principio supremo para poder dar cuenta de la realidad, sino que lleva siempre una dirección: recapacitando sobre la experiencia originaria del mundo, pensar hasta el fin la virtualidad conceptual e intuitiva del lenguaje dentro del cual vivimos. Me pareció que el secreto del diálogo platónico consistía en esta enseñanza»4.
Para tener un detalle con su joven discípulo, que se encontraba aislado, Natorp le hizo llegar ese manuscrito. Su lectura produjo en Gadamer una impresión tan fuerte, que éste tomó la decisión de ir a Friburgo para continuar su preparación para la docencia universitaria bajo la guía de Heidegger.
En septiembre de ese mismo año comunicó por carta al mismo Heidegger sus planes, pero por su estado de salud sólo pudo cumplir sus deseos en abril de 1923. De abril a julio de ese año, Gadamer asistió a las clases del Filósofo de la Selva Negra sobre la ontología como hermenéutica de la facticidad, y participó en los seminarios que éste organizaba sobre el libro VI de la Ética a Nicómaco y las Investigaciones lógicas de Husserl. Heidegger se trasladó a Marburgo al inicio del curso 1923-24, y Hans-Georg Gadamer retornó con él, convirtiéndose en un testigo de excepción de los años en los que se gestó la analítica existencial heideggeriana, que cristaliza en la publicación de Ser y tiempo en 1927.
En un breve escrito de carácter autobiográfico, Gadamer recuerda las impresiones que le causó el encuentro con Heidegger:
«Lo que nos fascinó sobre todo fue la intensidad con que Heidegger hacía revivir la filosofía griega. Apenas éramos conscientes de que esa filosofía era más un contrapunto que un modelo de su propio preguntar. Pero la destrucción de la metafísica por Heidegger no era aplicable sólo al idealismo de la conciencia de la época moderna, sino también a los orígenes en la metafísica griega. Su crítica radical cuestionó tanto el carácter cristiano de la teología como la cientificidad de la filosofía. Frente a la inanidad del filosofar académico, que se movía en un lenguaje kantiano o hegeliano degradado y pretendía completar o superar una y otra vez el idealismo trascendental, Platón y Aristóteles aparecían de pronto como aliados de todo el que había perdido la fe en los juegos de sistemas de la filosofía académica, incluso en ese sistema abierto de problemas, categorías y valores hacia el que se orientaba la investigación fenomenológica de las esencias o el análisis categorial basado en la historia de los problemas. Los griegos nos enseñaban que el pensamiento de la filosofía no puede seguir la idea sistemática de una fundamentación última en un principio supremo para poder dar cuenta de la realidad, sino que lleva siempre una dirección: recapacitando sobre la experiencia originaria del mundo, pensar hasta el fin la virtualidad conceptual e intuitiva del lenguaje dentro del cual vivimos. Me pareció que el secreto del diálogo platónico consistía en esta enseñanza»4.
En este pasaje, Gadamer esboza el núcleo del problema con el que los discípulos de Heidegger tuvieron que confrontarse continuamente. Se trata de la “destrucción” (Destruktion)5 nietzscheano-heideggeriana de la metafísica, es decir, del desenmascaramiento que estos dos autores llevan a cabo del engaño que a sus ojos representaría toda fundamentación última de la realidad en algo que se encuentre más allá del horizonte de la experiencia humana, es decir, el Dios personal de la tradición judeo-cristiana. Sin salir de las coordenadas marcadas por la contingencia, finitud e historicidad de todo lo humano que fija la ontología heideggeriana, Hans-Georg Gadamer intentará abrir una nueva vía a la comprensión del hombre. En búsqueda de las herramientas adecuadas para esta tarea, Gadamer acude sobre todo a la dialéctica socrático-platónica y a la filosofía práctica aristotélica. A partir de ellas, como medio de superación de las crisis del pensamiento post-metafísico, propone el retorno al carácter originalmente dialógico y lingüístico de la experiencia del hombre. Al final, esta empresa lo lleva a alejarse un poco de la analítica existencial de su maestro, desarrollando independientemente algunos temas que sin embargo estarán presentes en el pensamiento tardío de Heidegger.
2. ESE ANIMAL DOTADO DE LENGUAJE
Gadamer hace suya la definición aristotélica del hombre como animal dotado de logos: zoon logon ejon6.
El lenguaje, o más concretamente la lingüisticidad (Sprachlichkeit) del ser humano, en cuanto capacidad de compartir a otros de su interioridad por medio del habla y participar de la vida de los demás, es lo que distingue lo humano de lo meramente animal. Ahora bien, el concepto griego de λόγος no sólo apunta a la palabra como expresión de la capacidad lingüística del hombre —que se traduce con frecuencia con el término latino verbum—, sino también el despliegue mismo de la racionalidad y del pensamiento (ratio) por medio del lenguaje7.
Esta última acepción del término logos ha prevalecido en la traducción latina de la definición aristotélica del hombre como animal rationale, oscureciendo el aspecto lingüístico, que está íntimamente unido a la racionalidad.
Por eso, Gadamer subraya de intento la centralidad del lenguaje en el desarrollo de lo humano. El hombre es tal «en tanto que posee lenguaje, diferente por ejemplo de las llamadas de celo y de la advertencia de los pájaros.
El lenguaje es el medio mediante el cual se manifiestan hechos, si bien no siempre “verdaderos”. Sin embargo, esto implica que el comportamiento del ser humano no sigue vías instintivas fijas, tal como ocurre por ejemplo con las aves cuando tempranos fríos de invierno las impulsan a obedecer su instinto de migración y dejan morir de hambre a las crías que hasta ahora habían estado alimentando incansablemente en el nido.
Los seres humanos, en cambio, deben construir con los demás un mundo común por medio del intercambio permanente que se produce en la conversación»8.
Sin embargo, la lingüisticidad como diferencia específica del ser del hombre que Gadamer propone, no es una simple trasposición a nuestro tiempo de la definición aristotélica del hombre como zoon lógon ejon. Gadamer lee e interroga a Aristóteles y a Platón desde la situación concreta en la que él se encuentra: el horizonte post-metafísico de la analítica existencial heideggeriana.
Este hecho da una coloración específica a su modo de interpretar a los clásicos griegos, pero al mismo tiempo lo obliga a poner en cuestión —y de algún modo a replantear— los fundamentos de la filosofía heideggeriana, yendo más allá de la temporalidad sobre la cual insiste la analítica existencial de Ser y tiempo.
Gadamer considera que la analítica existencial del primer Heidegger no se había liberado suficientemente del punto de vista del ego trascendental, que éste había heredado de la fenomenología husserliana.
En cambio, Gadamer pondrá en el centro de sus reflexiones la experiencia del otro, algo que para Heidegger ocupa un lugar secundario en los análisis del ser-en-el-mundo (In-der-Welt-Sein) del “ser-ahí” (Dasein). Desde la perspectiva gadameriana, las reflexiones sobre el cuidado (Sorge) y el “ser-con” (Mit-Sein) contenidas en Ser y tiempo no logran poner en primer plano la presencia originaria del otro en toda experiencia lingüística del mundo. «[…] nuestro ser es fundamentalmente un ser en relación a otro, y no simplemente “ser-con”; el sentido de su ser depende de su relación con el otro. Por el contrario, en Heidegger, justo cuando él desarro...
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1. Agradezco a Juan Andrés Mercado sus valiosas sugerencias y comentarios.
2. Actualmente, la fuente de información más completa sobre la vida del fundador de la hermenéutica filosófica, es J. GRONDIN, Hans-Georg Gadamer: una biografía, Herder, Barcelona 2000.
3. Dicho texto, que se había perdido en los años de la II Guerra Mundial, fue encontrado hace algunos años y publicado en 1989 con una introducción de Gadamer. Cfr. Die wiederaufgefundene „Aristoteles-Einleitung“ Heideggers von 1922. Erst-veröffentlichung im Jahre des 100. Geburtstages, en «Dilthey Jahrbuch» 6 (1989), pp. 227-269.
4. H.-G. GADAMER, Autopresentación de Hans-Georg Gadamer - 1977, en IDEM, Verdad y método II, Sígueme, Salamanca 1992, p. 380.
5. Como señala el mismo Gadamer, el concepto que expresa este término alemán de origen latino, introducido por Heidegger en los años 20, no tiene una connotación negativa: «Para nosotros, destrucción equivale a desmontaje, desmontaje de aquello que sirve de ocultamiento. Cuando queremos decir destrucción en sentido negativo no decimos Destruktion sino Zerstörung» [H.-G. GADAMER, Romanticismo temprano, hermenéutica, deconstructivismo (1987), en Idem, El giro hermenéutico, Ediciones Cátedra, Madrid 2001, p. 66]
5. Como señala el mismo Gadamer, el concepto que expresa este término alemán de origen latino, introducido por Heidegger en los años 20, no tiene una connotación negativa: «Para nosotros, destrucción equivale a desmontaje, desmontaje de aquello que sirve de ocultamiento. Cuando queremos decir destrucción en sentido negativo no decimos Destruktion sino Zerstörung» [H.-G. GADAMER, Romanticismo temprano, hermenéutica, deconstructivismo (1987), en Idem, El giro hermenéutico, Ediciones Cátedra, Madrid 2001, p. 66]
6. «lógon de mónon anthropos ejei ton zeon» [ARISTÓTELES, Política, A 2, 1253a 10]. Cfr. H.-G. GADAMER, Hombre y lenguaje (1965), en IDEM, Verdad y método II, cit., p. 145. 7. Cfr. H.-G. GADAMER, Europa y la “oikoumene” (1993), en IDEM, El giro hermenéutico, cit., p. 226; y A. DA RE, L’ermeneutica di Gadamer e la filosofia pratica, Maggioli, Rimini 1982, pp. 130–131.
8. H.-G. GADAMER, La hermenéutica y la escuela de Dilthey (1991), en IDEM, El giro hermenéutico, cit., p. 152.
VER MÁS8. H.-G. GADAMER, La hermenéutica y la escuela de Dilthey (1991), en IDEM, El giro hermenéutico, cit., p. 152.