viernes, 14 de abril de 2017

HERÁCLITO O PARMÉNIDES


Para Heráclito el tiempo en tanto que devenir es la única realidad, la realidad total y una. Ninguna existencia particular es para él consistente sino como producto efímero del transcurso del tiempo. Todo fluye para Heráclito, es decir, todo es temporal y al tiempo todo se reduce en última instancia. Es cierto, sin embargo, que el transcurso del tiempo no es sin orden. El orden temporal, el Logos, rige las existencias y pudiera decirse que esto es lo que en definitiva trasciende el incesante cambio…pero el orden temporal, el Logos, existe temporalmente, como tiempo y no como algo fuera del tiempo…como el ir y venir de la existencia en la complementariedad de las destrucciones y las creaciones, como la medida, la ley del cambio que el cambio mismo impone.

Para Parménides el tiempo en tanto que devenir es ilusorio pues según la experiencia del tiempo las cosas son y no son y por lo tanto son por entero ilógicas, absurdas, no pudiendo hallarse pensamiento alguno firmemente asentado en tanta arena movediza. Y mientras el tiempo es una mera apariencia y con ello todas las cosas temporales…la verdadera existencia permanece fuera del tiempo…Lo Ente es intemporal y en él toda la existencia se encuentra compactamente establecida. Quienes se dejan llevar por las ilusiones de la experiencia temporal solo pueden perderse en el sin sentido de una interminable desorientación. Solo quienes retraen su atención de la fluidez engañosa de las falsedades del tiempo pueden encontrar algo firme, absoluto, imperecedero…y esto solo es posible aspirando al conocimiento del eterno Ser, de Lo Ente, más allá del tiempo y del espacio.

Para Heráclito solo se puede alcanzar la verdad en cuanto se deja de juzgar unilateralmente buscando separar y aislar los opuestos entre si, negando la complementariedad de los opuestos. Con este básico punto de partida el investigador debe buscar la verdad no en la palabra de supuestos sabios o de filósofos sino en la naturaleza temporal misma…el investigador debe buscar la medida y la ley de los cambios que acontecen…las leyes eternas de la naturaleza, la lógica, la razon del Universo eternamente cambiante. No alcanza con tener los ojos abiertos…hay que tratar de comprender al Cosmos utilizando a nuestro favor la inteligencia con que la razón universal misma nos ha dotado. Para ello no puede ser nunca suficiente el esfuerzo pues el Logos no es evidente sino que se oculta en buen grado a nuestro entendimiento…dejándose solo entender a través de señales, es decir, de datos sueltos que debemos interrelacionar.

Para Parménides el primer paso que debe dar el investigador en su búsqueda de la verdad es regirse firmemente por el principio de identidad… “El Ser es y no puede no ser”. Siguiendo este principio separador…este principio que muestra con claridad a los opuestos como opuestos y a la inexistencia como un absurdo, se puede entender prontamente que todo lo temporal es ilusorio y que no hay complementariedades entre lo perfecto y lo imperfecto o entre lo justo y lo injusto. Hay un único y firme camino hacia la Verdad y este camino no pasa por la observacion de la naturaleza o cualquier efímero intento de hayar leyes inmutables en su reino de ilusión…la experiencia de los sentidos es engañosa y solo nos conduce a mayor falsedad cuanto más confiamos en ella, cuanto más creemos en ella. Apartando la atención de la persistente ilusión de los sentidos podemos ir con seguridad indestructible hacia la verdad pensando lógicamente, ateniéndonos firmemente a la distinción entre lo que existe y lo que no existe, entre verdad y falsedad, entre justicia e injusticia. El pensamiento es lo que nos revela Lo Ente…Lo Ente es justamente lo pensable, lo absolutamente racional hacia donde nuestra inteligencia debe embarcarse.

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